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martes, 30 de septiembre de 2014

Llámame cobarde.

   

Llegas, Septiembre, con las ganas de siempre de comerte el mundo y con la intención de ser la frase que llega después del paréntesis. Sin darnos tiempo de cambiar el armario y mucho menos para mudanzas de última hora.
Llegas y desempolvas sin pretenderlo todas esas cartas amarillas que aún no tuvimos tiempo de guardar. Con tus más y con tus menos. Pero siendo tú. Haciéndome no pensar en kilómetros, sino en centímetros. Y en todas esas cosas que quedaron entre los dos. Porque hace tiempo aprendí que la intensidad con la que algo se viva no entiende de distancias.

Que a veces no se trata de que haga frio o calor, ni de cómo pongas el pie al levantarte de la cama. Acabas aprendiendo que las batallas que tienes dentro no son algo que dejar pasar; y que por mucho que te empeñes en sacarle brillo a esa empuñadura no irás a ninguna parte. O al menos, no de esa manera. Que no es problema de llegar o no en el momento adecuado, sino de mantener un compromiso hasta el final. Pero todo llegar hasta el final implica el saber irse si es necesario. Porque siempre escuchaste que una retirada a tiempo es una victoria.
Llámame cobarde.

Lau_arasdesuelo

2 comentarios:

  1. Cobardía es no intentarlo, no arriesgarse; valentía es saber cuándo decir no. Y es más fácil ser cobardes que valientes.
    Un besoo!

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  2. ser maduro no es ser cobarde :)

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