Días que huelen a lluvia y a ausencia de tí, a miradas perdidas y despertadores que suenan a deshora. A sensación de vértigo, vértigo que se acentúa con el paso de los días, y amenaza con quedarse.
Días que huelen a café con sacarina, a libros de hojas amarillentas, a camas desechas y a desorden en la habitación. Días que huelen a cambio, a desestabilidad, y a falta de motivos.